El contagio emocional

Usted entra a trabajar a una empresa con muchas expectativas, optimismo y deseos de desarrollarse, pero apenas llega, siente un ambiente negativo. Escucha comentarios negativos en los pasadizos, siente conflictos en los equipos de trabajo, incluso escucha quejas sobre el gerente general a quien consideran incapaz. A la semana, su estado de ánimo optimista ha cambiado, siente negatividad, pesimismo y, a las pocas semanas, es uno más hablando en los pasadizos en forma negativa. O quizás ha experimentado lo contrario, usted estaba tenso, preocupado, negativo y ha entrado a un equipo con buena onda, que bromea y ríe, y en pocos minutos usted ha cambiado de estado de ánimo.

Tanto la buena vibra como la mala vibra se contagian tan rápido como los virus del resfrío. 

Daniel Goleman menciona en su último libro, Inteligencia Social, un conjunto de estudios sobre el contagio emocional. A un grupo de personas les mostraron una fotografía de una persona con expresión de angustia. Pocos segundos después de ver la fotografía, las personas sintieron la misma emoción; angustia. Habían sido contagiados. Al conducir un análisis de tomografía cerebral del sujeto de la foto y de las personas que observaron la fotografía, encontraron que tenían las mismas áreas del cerebro activadas.

En otro estudio, mencionado por Goleman, actores profesionales aparentaron ser empleados en diferentes equipos de una empresa. Algunos actores tenían el rol de ser negativos y pesimistas, y otros tenían el rol de ser optimistas y positivos. Encontraron que, en los grupos de actores con rol negativo, el ambiente terminó siendo negativo. Y en los grupos donde los actores actuaban de forma positiva, ambiente terminó siendo positivo. Otros estudios han encontrado que:

Cuando el jefe es positivo o negativo, su impacto en el estado anímico del equipo es aún mayor. Conclusión, las emociones se contagian, sean positivas o negativas.

Cuando estamos resfriados, nos cuidamos de no acercarnos a otras personas por temor a contagiarlas. Decimos “no te acerques porque no te quiero contagiar”. No queremos esparcir el virus. Pero cuando estamos negativos, nos acercamos a todos y comentamos todo lo malo que vemos. Inconscientemente, contagiamos el virus de la negatividad, y las consecuencias pueden ser peores que las de un resfrío.

Decenas de estudios demuestran que tener mala vibra, durante periodos prolongados, baja nuestras defensas y nos hace vulnerables a todo tipo de enfermedades, inclusive al cáncer.

¿Qué quieres contagiar en tu vida y en tu trabajo? ¿Mala vibra y negatividad? ¿O positivismo y optimismo? No pretendo que usted viva una vida sin sentir emociones negativas, pues eso sería imposible. Las emociones negativas tienen su utilidad: el miedo nos ha protegido de depredadores y enemigos desde épocas ancestrales, y la ira nos mueve a eliminar los obstáculos que encontramos hacia nuestras metas. Pero lo que sí podemos hacer es controlar el tiempo que estas emociones permanecen con nosotros. Rescatemos el mensaje que nos trae la emoción negativa para pasar la página y mantener buena vibra.

Si en su casa está predominantemente negativo, con ira, rabia y pesimismo, contagiará a sus familiares estas emociones. Contribuirá a que sus hijos aprendan que vivir así es normal y ésa terminará siendo su forma normal de ser. Si en su trabajo está negativo, saboteará su potencial, sus capacidades intelectuales y, sobre todo, su salud.

Un estudio realizado con 272 ejecutivos, reveló que quienes eran más positivos, se desempeñaban mejor y llegaban más alto en la empresa.

Ser positivo no solo ayuda a desempeñarnos mejor, también contagia de optimismo a los demás, y ayuda a crear un ambiente laboral grato que beneficia a todos. La decisión está en sus manos. Usted escoge qué contagiar.