El grito de Libertad en la jaula

Cuentan que un maestro escuchó un loro a lo lejos que gritaba: ¡Libertad!, ¡Libertad!. Cuando se acercó, vió que era un loro que estaba enjaulado en una caravana. En la noche, cuando todos dormían, abrió la jaula, pero el loro no salía. Luego trato de tomarlo con sus manos, pero el loro no paraba de picotear al maestro.

Finalmente logró tomarlo en sus manos y soltarlo a su libertad. Al día siguiente, el maestro volvió a escuchar el grito del loro: ¡Libertad¡ ¡Libertad! El maestro se acercó a la caravana esperando ver al loro en un rama, pero encontró, para su sorpresa, al loro en la misma jaula con la puerta abierta, gritando  ¡Libertad!

Algunos ejecutivos están como el loro de la historia. Por un lado gritan por su libertad, aspirando a tener mayor balance en su vida, aspirando poder pasar mayor tiempo con su familia. Pero al mismo tiempo deciden permanecer en la jaula trabajando 14 horas diarias, no estando presente para sus hijos, con la esperanza de que algún día tengan o acumulen lo suficiente para tener su libertad. Desgraciadamente, en la mayoría de los casos, cuando eso pase, ya será muy tarde para contribuir a la salud emocional de sus hijos.

En mi carrera he entrevistado a cientos de ejecutivos para diferentes puestos de trabajo. Da mucha pena ver cómo personas no son contratadas por el daño emocional que experimentaron por la falta de un padre presente. Ningún logro material, o reconocimiento empresarial lo justifica.

Muchas ejecutivos culpan a la empresa por la falta de balance. Pero realmente la decisión la toma cada uno.

Si su empresa no le permite tener el balance que su familia necesita, está en su propia cancha buscar otro trabajo.